La postura en el Taichi

Igual que en la vida las cosas que construimos sin una base fuerte es probable que se caigan, en el Taichi Chuan ocurre lo mismo, si la postura no es sólida y estable no habrá equilibrio ni capacidad de ejecución práctica, no habrá verdadero Taichi Chuan.

En nuestra Escuela, las cuestiones técnicas que nos ayudan a chequear la postura correcta, son las siguientes:

En primer lugar, las plantas de los pies deben estar totalmente apoyadas, tocando el suelo con firmeza. Y, las puntas seguirán la línea de la pierna y la rodilla, señalando la posición hacia la que nos encaminamos.

Las rodillas avanzan sólo hasta ponerse en línea con la punta del pie, si sobrepasamos este punto el centro de gravedad se desplaza demasiado perdiendo estabilidad y forzando la articulación.

La espalda debe estar erguida pero relajada y la pelvis ha de estar en suave retroversión, con el sacro ligeramente hacia adelante. La columna no se inclina puesto que la coronilla y el perineo se mantienen unidos por una línea vertical imaginaria.

El pecho se mantiene ligeramente hundido y los hombros relajados para facilitar que la energía circule entre el tronco y la parte superior del cuerpo.

Las axilas se mantienen suavemente ahuecadas para asegurar el paso de la energía hacia los brazos, y los codos ligeramente flexionados, pues si se levantan perderemos ventajas mecánicas, por ejemplo, en el empuje.

Las manos conservan su posición arqueada natural, manteniendo un estiramiento ligero que permite un bombeo de la energía hacia la palma de la mano y los dedos.

La cabeza debe estar erguida como si estuviese colgando de un hilo invisible, con el mentón ligeramente hacia adentro. La boca cerrada, la mandíbula relajada y la punta de la lengua tocando el paladar superior.

La mirada se mantendrá en un plano horizontal, observando en panorámica los alrededores, sin enfocar. Y en el rostro, adoptaremos una expresión serena, relajada pero vital.

Finalmente, reiterar la importancia de cultivar la solidez y el equilibrio en la postura, relajando todo el cuerpo, sintiendo como nuestro peso desciende hacia el suelo, uniéndonos a la tierra o enraizándonos en ella a través de los pies. Al practicar los pasos, trasladar el peso a la otra pierna de manera suave y uniforme, asegurando nuestro centro de gravedad antes de movernos, prestando atención a los desplazamientos y a los sutiles cambios de peso.

Del mismo modo que las flores sólo aparecen cuando las raíces de la planta están fuertes, tu práctica de Taichi florecerá a medida que adquieras experiencia.

Ana Castro. Profesora de la Escuela Yu Shan de Qigong y Taijiquan.